Dentro del festival SanSan, formado principalmente por artistas indie españoles, había una actuación bastante distante del lineup de este y esta era la de Kaiser Chiefs. Los de Leeds hicieron un concierto en un festival donde, aunque no encajaran, mucha gente estaba claramente predispuesta a escuchar su apuesta.

Kaiser Chiefs son siempre garantía que a van a ofrecer un increíble directo y cuando empezaron con la clásica Everyday I Love You Less and Less, ya quedó claro que este concierto no iba a ser una excepción a la regla.

Prosiguieron con Ruffians on Parade de su penúltimo trabajo, Education, Education, Education & War, que ya se ha convertido en un habitual en su recitales, y a está le prosiguieron dos clásicos Na Na Na Na Naa y Modern Way, donde Ricky Wilson volvía a ser una importante parte del show, con su actitud punk y de locura que ya nos tiene acostumbrados.

Después de estos temas, habiendo ya conseguido conectar con el público, tocaron una canción del nuevo disco, We Stay Together, que a pesar de ser una buena canción se echaba en falta un poco más de ese rock y guitarra que caracterizan sus temas clásicos. Para compensar esta calma, continuaron con su mayor hit, Ruby, que hizo que todo el público se pusiera a saltar como locos y a corearla a viva voz.

Siguieron con una combinación de clásico suyos como Never Miss a Beat, The Angry Mob o I Predict Riot que contrastaban con temas más nuevos suyos, como Parachute o Coming Home, siendo estos más poperos que los otros, haciendo la fusión de los dos hicieron una buena combinación, que unido la tremenda puesta en escena hizo enloquecer a los asistentes.

Por si esto fuera poco, decidieron hacer un versión de Ever Fallen in Love (With Someone You Shouldn’t’ve) de la mítica banda punk Buzzcocks, donde conservando la esencia de la canción, fueron a la vez capaces de llegarla a su sonido característico y como no podía ser de otra manera Ricky volvió a tirar el stand el micrófono al foso en un momento de locura que tuvo mientras cantaba el estribillo.

Para acabar esta gran velada volvieron para tocar una canción más del nuevo disco, Good Clean Fun, dejando patente que no quería tener que recurrir únicamente a sus temas antiguos para ganarse al publico.Y finalizaron, como ya viene siendo costumbre, con Oh My God, canción que fue coreada por gran parte de los asistentes debido a su letra pegadiza.

Los británicos nos dejaron con ganas de más, tras habernos ofrecido un intenso concierto de rock, con toques pop y punks, demostrando así, que no pierden la práctica aún haber estado un mes sin hacer conciertos.