Texto: Aurily Constantino

Fotografía: Bruno Tamborero

El pasado domingo 4 de febrero tuvimos la oportunidad de asistir al insuperable concierto que dio The Strypes en la [2] de la Sala Apolo. Después de haber pasado por Bilbao y Madrid, esta banda irlandesa cerró el tour de presentación de su tercer LP, Spitting Image, en Barcelona y no podría haber sido mejor.

Nacida en Cavan, una pequeña ciudad irlandesa que no llega a los 4000 habitantes, esta banda está formada por Ross Farrelly (cantante), Josh McClorey (guitarra y backing vocals), Pete O’Hanlon (bajo) y Evan Walsh (batería). A pesar de sus cortas edades (no pasan los 22), estos jóvenes dominan el rock y el blues más sesentero.  Con sólo 15 años y tras haber publicado su primer álbum (Snapshot) en 2013, tuvieron el privilegio de tocar como teloneros de grupos tan grandes como Arctic Monkeys y se ganaron un fanbase que incluye nombres tan sonados como Elton John, Noel Gallagher y Paul Weller.

El cantautor Max Meser fue el elegido para inaugurar la noche y casi le roba el protagonismo al grupo principal. Aunque es de Sabadell, este joven músico también tiene sangre holandesa y, alegando que España no era el mejor lugar donde empezar un grupo, decidió probar suerte en el panorama musical neerlandés. Acompañado por los músicos Mano Hollestelle (bajo), Gini Cameron (batería) e Isaac Wadsworth (guitarra y coros) conquistaron al público con canciones que rebosaban de rock de los 60.  En canciones como Love, su lanzamiento más reciente, encontramos influencias de los Beatles que se hacen aún más evidentes en vivo con el estilo Mod que los acompaña y un timbre de voz que nos recuerda a aquel de Miles Kane. Pese a que el set fue corto, fue suficiente para que cada uno de los integrantes demostrara su maestría con su respectivo instrumento y, en el caso de Meser, de evidenciar su madera como cantante principal. No cabe duda que nació para ser una estrella del rock.

Al llegar el momento, los chicos de The Strypes se subieron al escenario con esa rebosante energía y descaro que caracteriza a la juventud. Se podría pensar que alguien tan joven no sería capaz de interpretar una canción de principios del siglo XX y poder captar su esencia, pero estos irlandeses desafiaron toda lógica al bordar un cover de Rollin’ and Tumblin’ del guitarrista americano, Hambone Willie Newbern, al minuto 1 del concierto. Esto podría un reto insuperable para muchos, pero no para The Strypes. La compenetración y el dominio sobre los instrumentos que sería más propio de una persona más experimentada y ¿por qué no decirlo?, mayor, hacen posible un vivo que roza la perfección sin dejar de ser uno de los más divertidos que podrías presenciar. En pistas como Eighty-Four , Get Into It y Scumbag City (todas del álbum Little Victories, 2015) el público se volvió completamente loco, coreando las letras y  bailando al ritmo de rhythm and blues recordando a bandas míticas como Dr. Feelgood. A pesar del entusiasmo por parte de los allí presentes, la sala no estaba llena ni de cerca y eso nos dejó sorprendidos. Siendo un grupo tan joven y con tanta caña pensábamos que venderían todas las entradas, pero desgraciadamente no fue así a pesar de ser seguramente una de las bandas con mejor puesta en escena en la actualidad.

Al finalizar el concierto se realizó un Meet & Greet improvisado para celebrar el final de la gira. Los cuatro integrantes de The Strypes se encontraban en la [3] de Apolo saludando y haciéndose fotos con todos los fans que quisieran acercarse. Fueron muy amables y se tomaron su tiempo con cada uno, charlando sobre trivialidades y comentando el show. Fueron otra vez la excepción de la regla, rompiendo el mito de aquel ser misterioso, rudo e intocable que conforma la imagen popular de la estrella del rock. Esta banda se merece más atención del público español, esperamos que la próximas vez que vengan reciban el amor que se merecen. Si decidiste no ir a este concierto, sencillamente no sabes lo que te perdiste.